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lunes, 28 de junio de 2010

Juan Muñoz



Juan Muñoz, mi profunda atracción a este sujeto. Como siempre, un encuentro afortunado de un paseo solitario. Madrid, verano… después de refugiarme, por un rato, junto a una pared de plantas del calor absurdo que sentía ese dia después de salir de la estación del metro y perderme, como de costumbre, en una ciudad que es mas fácil de recorrer por debajo; sobre todo, cuando las calles tienen nombres. … seguí caminando unos cuantos bloques hasta encontrar el Museo Reina Sofía. En la plaza, un grupo de gente montando monociclos, un trompetista en una esquina, niños jugando, turistas "turistiando" medio perdidos en sus propios mapas, cámaras, maletas y camisetas horribles. La verdad, prefiero preguntar direcciones, así me obligo a hablarle a la gente.

"Tiquete de entrada por favor", respondo estirando mi mano y sonriendo; la verdad estoy emocionada, es un edificio súper imponente y aunque sabia muy poco de Juan Muñoz, lo poco que sabia me había cautivado (Me voy a saltar el recorrido por la colección permanente porque eso ya es otra historia) y ¿Cómo no? una cosa es ver imágenes en internet y  otra cosa es poder hacer parte de cada rincón de esos escenarios que crea de su obra en sí, de sentirse no encajar en un mar de personajes idénticos que interactuán entre sí,  a su altura dejándonos recorrerlos, observarlos y fotografiarlos sin la más mínima timidez, de personajes de párpados pegados en diferentes situaciones, tan bien planteadas espacialmente que cuentan con una narrativa que logró seducirme por el mismo desconcierto que plantó en mi, pero es que todo es culpa de la forma, de la luz, de los diálogos y los discursos dados por esos personajes anónimos pero similares, es que no hablan pero les falta poquito, es que tampoco oyen pero lo intentan, es que no ven pero se miran,  es que se mueven estáticos en el tiempo y es que hasta ganas de dan de alzar a esa enanita blanca  que esta de puntas en sus tacones carmesí.

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